Corta las patatas en rodajas finas con un cuchillo afilado o una mandolina, asegurándote de que queden todas del mismo tamaño para garantizar una cocción uniforme. Una vez cortadas, colócalas en un paño de cocina limpio y sécalas.

Calienta una sartén skillet alta de hierro fundido de 24 cm de Le Creuset, añade 2 cucharadas de aceite de oliva y sofríe las espinacas. Añade el ajo, sazona y reserva. En la misma sartén, fríe los calabacines rallados hasta que empiecen a dorarse, pero sin perder su color verde. Retira y reserva.

En la misma sartén pero con un poco más de aceite de oliva, fríe las patatas por tandas hasta que estén doradas pero no crujientes por ambos lados y sazona al gusto. Repite hasta que estén todas fritas.

A fuego medio, añade una cucharada de mantequilla a la sartén y un chorrito de aceite de oliva. Pon algunas patatas en la sartén con cuidado de no llenarla demasiado. Deja un poco de espacio para que los huevos se asienten entre las patatas. Coloca puñados de calabacín rallado sobre las patatas.

Bate y sazona los huevos antes de verterlos en la sartén. Añade el resto de las patatas y cubre con queso rallado si lo deseas.

Cocina a fuego lento durante unos 20 minutos hasta que el huevo empiece a cuajar, procurando que la base no se queme. Coloca una tabla de cortar de madera o una tapa de cacerola Le Creuset sobre la sartén para ayudar a que la parte superior del huevo se cuaje más rápido.

Esparce las espinacas y los guisantes por encima y sirve caliente con pan crujiente.