Mezcla la harina, el agua, la levadura y la sal en el bol de una amasadora con gancho amasador. Mezcla a velocidad media hasta que la masa esté suave y elástica, de 5 a 10 minutos. Dependiendo del tamaño del bol, es posible que tengas que parar la batidora y retirar la masa del gancho amasador si la masa no se desarrolla completamente. Cuando la masa parezca lisa, corta un trozo y estíralo. Si se estira hasta el punto de transparentar, está suficientemente mezclada. Si no es así, sigue mezclando.

Retira el bol de la batidora y cúbrelo con una tapa de olla o con film transparente. Deja que la masa suba hasta que haya doblado su tamaño y no se mueva al presionarla con el dedo, de 2 a 4 horas.

Coloca la masa sobre una superficie de trabajo y amásala para liberar el gas y redistribuir la levadura. Forma una bola con ella, cúbrela con una toalla y déjala reposar durante 10 minutos para que el gluten se relaje.

Forma una bola con la masa —cuanto más apretada, mejor— haciéndola rodar sobre la superficie de trabajo entre las palmas de las manos.

Unta con aceite vegetal el fondo y las paredes de una cocotte redonda de hierro fundido de Le Creuset de 24 cm. Pon la masa en el centro de la cacerola y coloca la tapa. Deja que la masa suba de nuevo, de 30 a 60 minutos (menos si hace mucho calor y humedad, más si hace frío).

Precalienta el horno a 230 °C.

Frota suavemente una cucharada de aceite de oliva, o más si lo deseas, sobre la superficie de la masa. Marca el pan con un cuchillo afilado o una cuchilla, haciendo una X o unas rayas paralelas; esto permitirá que la masa se expanda libremente. Espolvorea la masa con sal. Tapa la cacerola e introdúcela en el horno.

Pasados 30 minutos, retira la tapa, reduzca la temperatura del horno a 190 °C y continúa horneando hasta que el pan esté bien dorado y cocido. Debe tener una temperatura interna de 90 °C más o menos cuando esté hecho.

Deja reposar el pan sobre una rejilla durante al menos 30 minutos para que el interior termine de cocinarse.